dilluns, 15 de febrer del 2016

Las políticas neoliberales y la desigualdad.

Como bien están mostrando diversos estudios internacionales, las políticas neoliberales de los últimos años, han profundizado las desigualdades. Desigualdades económicas (los Presidentes de las empresas de IBEX ganan 158 veces más que el resto del asalariado de sus empresas), pero también las desigualdades de género, poco reflejadas, en muchas ocasiones, en los indicadores económicos.

El neoliberalismo, en el contexto de la crisis,  ha provocado una fuerte reacción respecto a estereotipos y roles de género, buscando, de nuevo, separar los roles de producción y reproducción que en crisis capitalistas anteriores consiguió la vuelta de las mujeres a los ámbitos domésticos y del cuidado.
Sin embargo, la precariedad salarial e inseguridad laboral, que hace imposible el renunciar a un sueldo en el núcleo familiar, así como la resistencia de las mujeres a abandonar espacios y derechos conquistados, está dibujando una nueva realidad y un escenario difícil para el cuidado de la vida y la realización de proyectos vitales.

El debilitamiento, cuando no desmantelamiento, del incipiente “estado del bienestar” con el pretexto de la crisis, muestra la verdadera cara del neoliberalismo, que  se desentiende de las necesidades reales de las personas y las contempla como meros consumidores, dejando en el ámbito estrictamente privado y privatizado los cuidados, con las terribles consecuencias sobre las clases sociales más desfavorecidas y sobre las mujeres, cuidadoras mayoritarias.

A mi entender, el gesto de Bescansa, escenifica con nitidez, tal vez no buscada, esta realidad. Por ello, hoy, la agenda feminista sigue siendo central.
              Que en el 2016, sigamos constatando las dificultades, cuando no imposibilidad, para desarrollar nuestras vidas desde una humanidad contingente, es decir, superando la dicotomía capitalista, productores/ consumidores, sabiéndonos y reclamándonos personas en toda su complejidad (productiva, pero también susceptibles o agentes de cuidados), muestra la necesidad política de abrazar las reivindicaciones feministas , entendiendo que la agenda feminista es agenda social. 

Opino, sin embargo, que hay que redefinir el esquema clásico basado en los términos de producción/ reproducción. El fructífero debate suscitado en las redes sociales, a cuentas del “niño de Bescansa”, lo ha puesto sobre la mesa. Y es que si bien sigue siendo un reto compaginar maternidad y  desarrollo profesional-laboral, otras realidades interesadamente invisibilizadas como los cuidados y ayudas a mayores y dependientes funcionales también necesitan ser visibilizados.

Los datos relativos a 2014, últimos ofrecidos por el INE, son muy esclarecedores. Las personas de entre 85-89 años han aumentado en un 3,61 %, las de 90-94 años, un 7,11 % y las mayores de 95, en un 5,81% . Mientras, las comprendidas en el tramo de 0-4 años han descendido en un 2,8%,respecto a las estadísticas del año anterior. También existe un saldo negativo (entre un 2 y 5%) en los tramos de entre 20 y 39 años, tramos de edad más reproductivos,  consecuencia de la emigración.

Por tanto, es necesario y urgente situar en el centro del debate político este tema. La corresponsabilidad familiar -superadora de roles de género- y social de los cuidados debe ser un motor de cambio. Debe ayudar a definir una sociedad más justa e igualitaria. Pero también una sociedad más humanizada. Desarrollar políticas de cuidados, no sólo en los ámbitos educativo y asistencial (residencias, escuelas infantiles, etc.), sino de complicidad con los agentes sociales y económicos para  racionalizar  horarios, ampliar permisos de maternidad y paternidad irrenunciables, desarrollar la Ley de Dependencia, así como explorar otras experiencias no institucionalizadas, deben marcar este nuevo tiempo político, con el objetivo de avanzar en la agenda social y feminista.

Josefina Carreño Montoya.
Maestra de A/L
Vocal de la Intersindical Valenciana en la Plataforma Feminista de Alicante.







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